domingo, 19 de abril de 2009

Anónimos o menos

Recientemente un par de amiguetes me han hecho la puñeta. Me han agregado a su blogroll. Yo, que quería ser anónima y desahogarme, escribir cuando me saliera del lateral izquierdo del hipotálamo, lamentarme exageradamente ante situaciones chungas mías y solo mías.
Creo que a pesar del título de mi blog, ni yo ni nadie aspiramos a tal. Queremos ser personales y propios y de hecho nos repatea pertenecer a colectivos estandarizados. Especialmente los que escribimos, buscamos aquello que nos distinga del resto. A mí me jode contar entre las listas de desempleados básicamente porque quiero ser yo, y validar lo que escribo con mi firma en lugar de con mi NIF. Contar como número es doloroso, aunque al final todos estemos hechos de la misma pasta vital y nos toque sufrir o disfrutar de las mismas rutinas y sucesos, variante apenas de estación, de marca de café o de automóvil.
Todos padecemos las mismas enfermedades y nuestros síntomas a veces tienen apellidos que suenan un poco extranjeros, hasta que se ponen de moda y pasa a padecerlos el común de la sociedad. Por eso nos aburre y nos cansa oír hablar a los demás de sus miserias. Las miserias son mucho menos originales que los éxitos: de hecho solo se tiene éxito cuando se olvida aquella parte común basada en lo lamentable del ser humano y se pone a trabajar la neurona optimista que se cree única en su género.
Dicho lo cual paso a comunicaros que ya es primavera y yo no estornudo, pero a cambio me pica todo.



5 comentarios:

  1. Entonces... ¿lo quito? Loquito y los Trogodillas?

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  2. Nooo... que en el fondo, te agradezco el empujón (y además sois más de dos...). Me encantará que tengamos lectores comunes, Eduardo.

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  3. Este blogs es una mierda. Deberías esconderlo

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  4. Busca trabajo y abandona ese tono de perdonavidas que adoptais algunos ignorantes.

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  5. Anónimo, no es obligatorio que te pases más.

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