Las dosis de coca-cola que últimamente me trajino no logran librarme de esta extraña indolencia que me invade desde aproximadamente el día de mi cumpleaños. No, huyo de simbolismos; no tiene que ver con el cumplir años. Prefiero pensar que una cierta paz se está asentando en mí, ese desasosiego por buscar culpas o comprender actitudes desaparece lentamente. Asumo que es una etapa nueva y más relajada espero, pero echo de menos a pesar de todo mi energía y entusiasmo, a veces muy pasado de rosca, pero entusiasmo al cabo. La pereza me acecha también: a veces dejo pasar las horas sin producir en cualquier sentido, léase estudiar, escribir o hacer la compra, nevera vacía como jamás ella misma puede creerse. Mis maratones en bici al lado del Manzanares por el anillo verde o los largos en la piscina son tan esporádicos como temidos y de hecho cuando me decido a recuperar el tiempo perdido, le echo un pelín más de intensidad de la necesaria: doctor, no medí mis fuerzas, lo sé, no me sermonee.
La constancia nunca ha sido mi fuerte. El calor y que Pedro me regalara las tres primeras temporadas de Six feet under bueno, supongo que también tienen un poco que ver en todo esto.
Interesante confesión.
ResponderEliminarPst, yo he encontrado la panacea: hago bici estática y abdominales mientras veo seex feet under. Es como lo de tomarme dos copas de ron antes de hacerme la cera. Ni te enteras, oye.
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