lunes, 9 de marzo de 2009

Entiende o pregunta

Hay muchos anuncios que mi hija de ocho años no entiende, afortunadamente. Suelen coincidir con anuncios sociales o institucionales. Por ejemplo, aquel anuncio trastornante en el que aparecía un niño con cara terrible de angustia y se leía "Mamá, hazlo por nosotros, actúa". Posiblemente, los niños que viven situaciones de violencia en casa lo entienden a la primera, la imagen es visualmente indudable. Mi hijo mayor, siempre dispuesto a dar explicaciones, aún así se quedaba callado aguardando mi explicación: quería saber concretamente en qué consistía el verbo "actuar" en este enunciado, el significado más reconocible de esta palabra no le concordaba demasiado con la cara desesperada del niño. 
En las marquesinas de los autobuses aparece últimamente otro que también les causa todo tipo de preguntas (como la mayoría, mis niños son ante todo curiosos y quieren entender): aquel en el que aparece la palabra COCAÍNA, con letras de disco de los setenta, con lucecitas y brillos, con un bocadillo tipo cómic, resaltado, en el que se lee "participa en un accidente de coche cada día". Ay, la ironía. No sé, de verdad. Guille, 11 años:
- Mamá.
- Qué.
- Por qué anuncian la cocaína, si la cocaína es una droga.
Me dan ganas de contestarle:
- Hijo, por suerte no eres target de este anuncio.
En vez de eso le digo:
- Guille, es para que la gente reflexione sobre las fiestas y la cocaína.
Y entonces la lío.
Las campañas contra las drogas son siempre de lo mejor y menos entendible.

Los creativos que trabajan para los ministerios e instituciones son especialmente creativos. Adoran la metáfora, las referencias cruzadas y los dobles sentidos. Aunque en ocasiones son directos y contundentes, como en las campañas de tráfico, en general buscan palabras que combinen bien, que tengan su gracieta o su drama según vayan dirigidas a la prevención o a la denuncia. El plan de salud bucodental del Ministerio de Sanidad reza "Que molen tus muelas". (Esta campaña sí quiere llegar a los niños, obviamente; no hay preguntas). Otros programas institucionales, sin embargo, plantean cuestiones que posiblemente rebotan a los ciudadanos en su capacidad de interés más superficial y no pasan de ahí: son ese tipo de proclamas molestas, como las que resaltan las desigualdades sociales en general. Son también aquellas que yo deseo que mis hijos no acaben de entender nunca. En este caso, mi hija.
La Comisión Europea ha lanzado una campaña que pretende dar a conocer la diferencia de salario que persiste entre hombres y mujeres con respecto a un trabajo similar. Equidad en la remuneración, una cuestión que parece irónicamente tan obvia. Su eslógan, "a igual trabajo, igual valor", aparece en la trasera de los autobuses de la EMT que van detieniendo el tráfico a la vuelta del cole. Ya digo que las grandes preguntas de mis hijos casi siempre me pillan conduciendo.
(Ali, 8)
- Mamá, ¿qué es "valor"?
- Aquí quiere decir el valor del trabajo, lo que vale (reconozco que en medio de un atasco no me explico muy bien).
- ¿Lo que vale? ¿Como un precio?
- Sí, eso. Lo que te pagan por tu trabajo, sí.
- Ah. 
(Interviene Guille)
- El valor del trabajo es lo que cobras, el sueldo, ¿a que sí?
(Sigo yo, despistada)
- Sí, el sueldo es el valor.
(Ali se extraña)
- ¿Y no vale lo mismo si lo hace una chica o un señor?
(Yo sonrío a mi pesar)
- Ehhh... No, no siempre vale lo mismo. Es decir, que sí vale lo mismo. Pero que no siempre te pagan lo mismo.
- ¿Y qué anuncia entonces?
No tiene ni pies ni cabeza para mi hija. Cuanto más trataba de explicarle el objetivo de la campaña, más tontería de anuncio lo veía. Yo espero que para cuando ella sea target de anuncios así, el eslógan efectivamente deje de tener sentido.


3 comentarios:

  1. Alguien me ha recomendado que leyera este artículo; no sé, gente que me quiere. Desde el principio me daba el cheiro de que lo escribía una mujer buea y sensible. Al leer el nombre de los niños he caído en que escribías tú. Ahora tengo una prisa horrible, pero quiero charlar contigo. Te llamo en cuanto pueda.
    El Julipi Feroz.
    Hiper-P.D. Hoy se me ha perdido el llavero; sí, mi llavero. Lo primero que he pensado es que tenía que cambiar la cerradura de casa. Pero después me he dado cuenta de que ¡ERA MI LLAVERO! y he recordado que alguien me dijo hace año y medio en el Real que formaba parte de mí. O sea, que no podía quedarme sin él. No sé si habrá sido San Antonio o "el pálpito" que dice haber tenido mi señá parienta, pero ha aparecido. Y me he alegrado más de lo que merecería un simple llavero. Sí, definitivamente forma parte de mí. Gracias por recordármelo. Vale, EJP

    ResponderEliminar
  2. Cielos, ese llavero. ¡Tiene más solera que la mayoría de las instituciones públicas!

    ResponderEliminar
  3. Los niños y su maldita lógica. El gobierno debería de hacer algo.

    ResponderEliminar