miércoles, 2 de septiembre de 2009

Los escrúpulos

Inicio septiembre como lo inician muchos, con la desidia que supone la vuelta al trabajo y a la rutina, sin ninguna razón para ello pues ni ha cambiado sustancialmente mi rutina de agosto ni tampoco he vuelto al trabajo, entendiendo como tal solo el remunerado. Sin embargo soy adaptable y empática desde siempre, así que me sumo al sentir colectivo, a esa astenia/depre postvacacional que sufriréis la mayoría estándar, y nada mejor para celebrarlo que una amarga declaración de principios estilo rebajas de vuelta al cole, rebajas morales en este caso.

Quiero dejar constancia de una reflexión que se apodera de mí cada vez con más entusiasmo, sea la edad, sea el desencanto vital, sea mi adicción al pan integral wasa: los escrúpulos de conciencia son un signo de ingenuidad y necedad prescindibles. A nadie que sea completamente honrado y tenaz en mantener su ética laboral, profesional y social lo más pulcra posible le puede ir bien en este mundo. Ser íntegro y respetar todas las normas que velan por impedir el tráfico de favores, influencias y astucias es poco menos que necio, memo, sandio (gracias Word por los sinónimos). Quienes hicieron las normas y articulados legislando la prevaricación, entre otros, sabían perfectamente que las sacaban a la luz para que solo un sector de la sociedad, el débil, se las aplicara de antemano, sabiéndose así libres de aplicarlas para sí mismos. En cada escalón del poder de cada parcela profesional o meramente ocupativa de este país hay un repartidor de favores que conoce la verdad esencial: el ser humano necesita beneficiar a los suyos. Es casi una ley antropológica, de supervivencia.

Todos lo hacemos, desde niños. Desde cuando repartimos invitaciones de cumpleaños solo a nuestros amigos o bien al líder/lideresa de la clase hasta cuando regulamos el uso de la pelota, del saltador o de la nintendo, con más tiempo para quien mejor nos cae. Cuando nos enteramos de promociones, de posibles chollos, etcéteras económicos más o menos legales y corremos a avisar a la familia. No hay que engañarse: no son unas informaciones o favores más inocentes que otras, simplemente pertenecen a otra escala en la edad. Así, a partir de los treinta-cuarenta, quien más, quien menos tiene acceso a algún tipo de ventaja informativa o directamente adjudicadora de oportunidades varias, sea en el terreno laboral, artístico-concursal o vecinal. Ocurre que en esa década aproximada de la vida se puede haber accedido a un escalafón más influyente, donde el silencio y la complicidad operan como factores de perpetuación y control muy efectivos. Nadie que haya sido beneficiado se le ocurrirá confesarlo, pero sin duda guardará el favor y no tendrá escrúpulos en seguir beneficiando. Opera una suerte de selección subjetiva regida por las normas positivas en sentido justamente contrario: sáltese las directrices básicas en este caso, que ya habrá quien de todas maneras las siga y perpetúe. No nos debería extrañar ni escandalizar en absoluto: siempre que cínicamente seamos capaces de plantar cara de disimulo mientras apoyamos manifiestos anticorrupción varios.

Yo, por mi parte, estoy dispuesta a aprovechar cualquier circunstancia favorable que se me presente, con toda osadía y sinceridad queda aquí proclamado. ¿Por qué? Mira: porque yo lo valgo.


miércoles, 8 de julio de 2009

Servicio urgente (idea sin registrar)

-¡Bienvenido! Ha contactado usted con el servicio de ayuda urgente al montaje ofrecido por Ikea. Si su problema es porque no entiende las instrucciones, pulse 1. Si el problema es por falta de piezas, pulse 2. Si tiene un problema con el encaje de las piezas, pulse 3. En otro caso, pulse 4 y será atendido por un operador.
-Mmmm... 3.
-Si su mueble es de conglomerado revestido en apariencia de madera, pulse 1. Si su mueble es de material metálico pulse 2. Si todos los componentes son plásticos o textiles, pulse 3.
-Leches... 1.
-A continuación, diga el número de piezas que componen su mueble de Ikea.
-Sus cojones.
-Disculpe pero no le he entendido. Diga de nuevo el número de piezas que compone su mueble. Si lo ignora, pulse asterisco.
-Me voy a poner a calcular yo con tu put... *
-Si el número de piezas está entre 1 y 5, pulse 1. Si está entre 5 y 15, pulse 2. Si el mueble tiene más de 15 piezas pulse asterisco.
- *
-Si usted lleva montando el mueble más de dos horas, le recomendamos una pausa antes de reanudar el montaje. Está comprobado que el cansancio hace que el montaje sea más dificil. Pulse asterisco para continuar o vuelva al menú principal pulsando almohadilla.
-Mierda. Quiero un operador.
- (...)
-O-pe-ra-dor.
-Disculpe pero la opción es incorrecta. Pulse asterisco para continuar o almohadilla para menú principal.
- #
-¡Bienvenido! Ha contactado usted con el servicio de ayuda urgente al montaje ofrecida por Ikea. Si su problema es porque no entiende...
- 4.
- (...) (...) Ikea family. ¿Por qué no se toma un café de máquina mientras decide cómo redecorar su vida? ¡Ikea family! Ikea le invita a unas albondiguillas de ciervo si usted tiene hambre. ¡Ikea family! Opciones para todos los tipos de la familia. ¡Ikea fam... Servicio de ayuda urgente al montaje, dígame, en qué puedo ayudarle.
-Vuestra centralita es patética.
-Disculpe, ha contactado con un operador, para quejas sobre el servicio automático puede pulsar asterisco y será redirigido.
-¡NO! Ayúdame tú si no te importa, chaval.
-Dígame cuál es su problema.
-No encuentro los agujeros que dicen que tiene que haber en el fondo del cajón que estoy montando.
-¿De qué mueble se trata?
-Eh... es un aparador, blanco, eh... se llama algo como REMStulijan o parecido.
-¿Blanco altobrillo?
-¿Ein?
-Blanco altobrillo, es el color del aparador RIEMSTJÄVL
-Ehfff... no sé, de verdad. Es uno con seis cajones.
-¿Tiene el número de referencia? Se encuentra en el embalaje.
-Es que he tirado el embalaje.
-No debe usted deshacerse del embalaje nunca prematuramente.
-Escucha: llevo cinco días con este mueble, hace tres que he perdido de vista el embalaje de los ovos.
-Me temo que sin número de referencia no sabré cómo ayudarle.
-A ver, chaval. Pongamos que es ese que has dicho, que me suena el nombre y es blanco y sí, brilla.
-Aparador RIEMSTJÄVL blanco alto brillo, ¿sabe usted las dimensiones?
-Mira, eso sí, que he tenido que desclavar el rodapié por un par de centímetros de mierda con los que no contaba, mide 142x40x61
-Esas medidas no me coinciden con ningún modelo del aparador RIEMSTJÄVL.
-Lo que yo te diga, chaval. Es lo que mide.
-Tengo el modelo dos puertas que mide 140x40x60.
-Ese va a ser.
-¿Puede repetirme cuál es su problema?
-A ver. Tengo que atornillar el fondo de un cajón a los paneles laterales y no tiene agujeros que coincidan.
-Veamos. Fondo de cajones. ¿Está usted usando los tornillos modelo 100347?
-Estoy usando los más parecidos al dibujo. Porque SUS tornillos NO traen grabada la referencia.
-Tiene usted que asegurarse de que sean el modelo que le indico, son los que atornillan el fondo a los laterales. ¿Ha metido usted los tacos?
-He metido.
-¿Está usted seguro de que la pieza de referencia corresponde al fondo del cajón? Tiene que asegurarse de que sea la correcta.
-Me he asegurado.
-¿Está usted montando la pieza por el lado correcto? Tiene que asegurarse...
-Mierd... Sí, me he asegurado.
-¿Es el primer cajón que monta usted?
-¿Cómo que si es el primer cajón que monto? ¿Hay que hacer un máster previo o qué?
-No, me refiero a que si es el primero de todo el mueble, disculpe usted.
-Ah. Pues no. Acabo de empezar con los cajones.
-¿Ha montado usted el resto del mueble?
-Pues no te lo estoy diciendo, que por eso sé cuánto mide exactamente. Me quedan los put... los cajonesqueparaesollamo.
-De modo que el resto del mueble ha sido ya montado.
-Mira chaval: quedan seis conjuntos de cuatro piezas más seis tiradores. Son los putos cajones. Cojo uno y no tiene agujeros en el fondo y quiero saber si es una broma.
-Disculpe usted. Tiene usted que asegurarse de que sean las piezas correctas. ¿Ha comprobado que sean iguales a las de los otros cajones?
-Son talmente igualitas, todas sin agujeros.
-Disculpe de nuevo. (...) ¿Ha montado ya las baldas interiores anexas a las puertas laterales?
-¿Estás leyendo una lista de preguntas tipo? Porque este mueble no tiene baldas interiores anexas de los cojones.
-Disculp...
-¡¡Que te disculpo!!
-Discul... Perdone, el aparador RIEMSTJÄVL blanco alto brillo tiene *seis* baldas interiores que sujetan las piezas de la vitrina.
-Ah, jobar, los estantes. Los estantes están montaditos como dios manda. En el orden que Ikea manda. Sujetando la vitrina como dios manda.
-Discul... Perdone. ¿Puede comprobar que las baldas anexas... puede comprobar que las baldas sean lisas?
-¿Lisas? ¿Hay baldas rugosas? Jobar con Ikea.
-Disc... Me refiero, señor, a que... carezcan de agujeros.
- (...) (...) Mierda, MIERDA. ¡MIERDA!
-¿Disculpe? ¿Ha terminado su consulta, señor?

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Por montar muebles de Ikea deberían dar puntos de carnet o bien puntos en las oposiciones, he dicho.


sábado, 27 de junio de 2009

Oficios de escritor

Bueno. Pues publicado está... Este es el título del relato que fue seleccionado entre unos cuantos muchos otros para el libro "Asentamientos", de talleres literarios Fuentetaja. Así que con ese resto de orgullo que me dura de la presentación de ayer en el Istituto Europeo di Design, os lo brindo.
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Envejecí toda una década aquel verano. Me di cuenta de repente, el primer día que me incorporé a mi jornada laboral aún con horario intensivo.

No tome Astenidol compuesto comprimidos recubiertos si usted sufre, o ha sufrido sin remedio alguno de los siguientes trastornos: úlcera de estómago, colitis ulcerosa, edemas, hipertensión arterial, enfermedad cardíaca, agotamiento físico profundo, insoslayable.

Cuando regresé a casa, me costó más de lo habitual subir las escaleras del metro, lo que en principio achaqué al madrugón. Llegando a mi portal habían cortado el paso unos trabajadores subterráneos que instalaban cualquier servicio por hilos prescindible y sentí una punzada de irritación al tener que cambiar de acera. Tampoco le di demasiada importancia, sin duda influía el hecho de que no había comido y era bastante tarde.

Conducción y uso de máquinas: si experimenta mareo, desvanecimiento, vértigo, alteraciones de la visión u otros síntomas colinérgicos mientras toma este medicamento, prescinda de conducir o utilizar maquinaria peligrosa (antes de que sea demasiado tarde).

Mi buzón lo encontré lleno de propaganda económica y decidí tirarla sin más a la papelera cercana, sin darle oportunidad, como hacía otras veces, de estudiar por lo menos el lenguaje apabullante que usan estos redactores perfectamente entrenados en técnicas de captación de clientes. Siempre encuentro fascinante la manipulación de los contenidos, el enredo del lector y la expresión vacía dedicada tan solo al adorno expresivo.

Interacciones con otros medicamentos: puede producir efectos indeseados cuando se combina con determinados antiinflamatorios no esteroideos (AINE), refamina, ticlopidina u otros antiagregantes, pentoxinilina, flucomiazol, probenemid, diuréticos, litol u otros o antidepresivos similares.

Entraba, como digo, más cansado o tal vez más abatido de lo normal al office de mi modesta casa. He sido siempre una persona pulcra y adquirí una vivienda con office, que me permite dejar los zapatos en la entrada según llego.

Cómo tomar astenidol compuesto comprimidos recubiertos: su médico le indicará la duración del tratamiento. No suspenda el mismo a menos que se le indique ordene. Tampoco emplee astenidol compuesto comprimidos recubiertos durante más tiempo del indicado soportable preciso. Se trata de comprimidos para la administración por vía oral. Debe tragar el comprimido entero con ayuda de un poco de agua. Si tiene el estómago sensible, tome el medicamento con las comidas y cuídese por favor.

Comí casi cualquier cosa, restos más que nada que habitaban mi nevera, y me conformé con una cerveza del tiempo olvidada en la despensa, a la que añadí gaseosa para hacerla más apetecible. Tras escuchar el fin del telediario y la previsión del tiempo mientras malcomía, noté que me invadía una absoluta necesidad de dormir la siesta, eventualidad que no me suelo permitir, pues he leído en las últimas revistas divulgativas más profesionales que es nefasto para la creatividad. A pesar de todo, me tiré vestido en la cama, sin tan siquiera haberme ocupado de meter los platos en el lavavajillas ni dejar fuera del congelador la cena. Me dije a mí mismo que serían diez minutillos, sin sospechar que esa urgencia de mi cuerpo no era más que los primeros síntomas de la adaptación completa a mi nueva edad.

Posibles efectos adversos: como todos los medicamentos, astenidol compuesto comprimidos recubiertos puede tener efectos adversos indeseados. Las reacciones más comúnmente observadas incluyen: cansancio, temblor, nerviosismo, sudoración, mareo y somnolencia. Reacciones menos frecuentes pero no por ello de menos consideración incluyen: cefalea, sequedad de boca, debilidad muscular, ataxia, asfixia, apoxia, ecsgoxia.

Dormí cinco horas completas. Desperté empezando a anochecer. Antes de incorporarme del todo, repasé rutinariamente, como suelo, la lista de tareas del día. También visualicé mentalmente la ropa que me pondría, pues me produce un poderoso malhumor tener que decidirlo delante del armario abierto de par en par, ojeroso, con las neuronas perezosas y sin capacidad de decisión alguna. En este punto reparé en la oscuridad que me rodeaba. Con extrañeza volví a considerar todas aquellas tareas, tareas de primera hora de la mañana. Y, horror, con gran desasosiego advertí que el reloj marcaba una hora acentuadamente vespertina. Me levanté de golpe, pero el vértigo me azotó en la cara. De nuevo tumbado, consideré mis mejores opciones: había perdido toda una tarde. Había perdido toda una tarde de trabajo. Había perdido toda una tarde de mi vida. Y el caso es que comenzaba a experimentar una extraña indolencia.

En ese preciso momento sonó el teléfono. Era Caparrós.

- ¿Roberto? ¿Te encuentras bien?
- Sí, sí –me aclaré la garganta-. Dime.
- No me has llamado. Tienes el dossier en tu correo. Y por favor, revisa tu trabajo antes de enviármelo.
- Lo hago.
- Bueno, pues vuélvelo a hacer. Los de Rowel se han quejado otra vez. Atente a su terminología.

Mmsf. En Harding Pharma son más respetuosos con el trabajo ajeno. Tendría que mirar lo de Rowel. Incapaz de levantarme, intenté acordarme mentalmente de las palabras que les habrían molestado. Mi instinto me había hecho evitar porfiria intermitente, aunque sonaba estupendo, pero consideré que sarpullido ectoplástico le iba perfecto. Incitaría más a respetar las dosis y las horas. Creo que me había quedado muy educativo, estaba adecuadamente mencionada cada interacción y cada indicación. Los enfermos solo quieren saber que el medicamento les curará, cómo y en qué medida. Hay que hacerlo atractivo y confiable, cercano. Además tienen que aprender a respetarlo y si es posible, tienen que aprender a recomendarlo. En todo caso, los revisores de estilo de Rowel no entienden estas cosas, se dejan comas y puntos y en su lugar tachan adjetivos. Semejantes indoctos.

Haciendo un esfuerzo supremo, me dirigí al baño, sentía urgencia por orinar.

Uso en ancianos: las personas de edad avanzada no deben tomar Astenidol compuesto comprimidos recubiertos sin consultar a su médico de confianza, ya que son más propensos a padecer efectos adversos indeseables.

Me miré al espejo: tenía un aspecto desdibujado y extraño. No me recordaba tantas canas en la sien, ni tantas arrugas de esas que los prospectos de cosméticos suelen llamar líneas de expresión. Es verdad que soy austero y no suelo contemplar mi imagen reflejada, salvo para las lógicas tareas de afeitado. Esta vez me alarmé ligeramente, considerando que acabo de cumplir treinta y cuatro y ni siquiera fumo. Hice un esfuerzo de todas maneras e inicié los ejercicios de estiramiento que suelo practicar por las mañanas: en vano, pues las punzadas de dolor en varios de mis músculos me hicieron desistir.

Reflexioné, recapitulando. Tenía considerable trabajo atrasado, además de una revisión estratégica pendiente y un par de correos de la lista de antropología que responder. Mi mente sí parecía, al contrario que mi cuerpo, estar todo lo lúcida que correspondía. Con un poco de esfuerzo, conseguí higienizarme medianamente y también vestirme. Llegué a la cocina más bien sin aliento, pues la prisa del tiempo perdido me llevó a apresurarme a la cafetera. Al lado de la encimera lo vi. No me lo pensé, lo he hecho otras veces para inspirarme. Todo el mundo sabe que un solo comprimido de cualquier medicamento no es dosis suficiente para efecto de ningún tipo. Un comprimido recubierto de Astenidol compuesto con un café bien cargado, sentado en el sofá.

A los quince minutos me sentí estupendamente rejuvenecido. Tendré que añadir esta característica en el prospecto, junto a su rápido efecto. Tal vez amplíe la sección de Farmacocinética.


viernes, 19 de junio de 2009

Sosiego por ejemplo


Las dosis de coca-cola que últimamente me trajino no logran librarme de esta extraña indolencia que me invade desde aproximadamente el día de mi cumpleaños. No, huyo de simbolismos; no tiene que ver con el cumplir años. Prefiero pensar que una cierta paz se está asentando en mí, ese desasosiego por buscar culpas o comprender actitudes desaparece lentamente. Asumo que es una etapa nueva y más relajada espero, pero echo de menos a pesar de todo mi energía y entusiasmo, a veces muy pasado de rosca, pero entusiasmo al cabo. La pereza me acecha también: a veces dejo pasar las horas sin producir en cualquier sentido, léase estudiar, escribir o hacer la compra, nevera vacía como jamás ella misma puede creerse. Mis maratones en bici al lado del Manzanares por el anillo verde o los largos en la piscina son tan esporádicos como temidos y de hecho cuando me decido a recuperar el tiempo perdido, le echo un pelín más de intensidad de la necesaria: doctor, no medí mis fuerzas, lo sé, no me sermonee.
La constancia nunca ha sido mi fuerte. El calor y que Pedro me regalara las tres primeras temporadas de Six feet under bueno, supongo que también tienen un poco que ver en todo esto.






lunes, 1 de junio de 2009

Feria del Libro y petición

Para mí, la transición mayo-junio siempre ha traído, por este orden, estrés y alegrías. Aparte de fechas tradicionales de exámenes, siempre ha sido una época donde se juntan celebraciones y fines de curso, fechas típicas también de congresos, fechas que llaman a entregas, a resúmenes e informes. Con la llegada de la Feria del libro a Madrid todo se detenía por espacio de un par de tardes, tardes en las que me permitía una licencia en el torbellino de los días y faenas, cayera quien cayera.  Recorrer casetas, a ser posible evitando los fines de semana, preguntando por ese libro o ese autor al que estás siguiendo la pista o del que ya eres incondicional; rastrear una obra saltando las casetas más pobladas o solo husmear, incluyendo con morbosa curiosidad aquellas, cada vez más proliferantes, que venden sin complejos títulos con tufo ultraderechista o enteramente nazi; las decenas de casetas con obras deliciosas para niños,  donde tiendo a caer seducida por los míos (o quizá por mí misma); la caseta que se empeña todavía en vender enciclopedias como si internet fuera cosa de una minoría; por supuesto las dedicadas al cómic, que cada vez más procuran traer a los casi siempre tímidos autores; en fin: llueva o el calor sea mareante, la feria más querida.

Ahora que trabajo por y para mí y se me juntan los tiempos dedicados al estudio con el resto de los compromisos, tengo que reconocer que me ha pillado por sorpresa. Es un síntoma: no haber estado pendiente de que empezaban esas dos semanas donde solía permitirme un paréntesis de todo, precisamente porque la acumulación de tareas en este caso es autoimpuesta y me genera una suerte de mala conciencia salvar toda una tarde para ejercer de librófila en el Retiro.

A pesar de todo, lo voy a hacer y creo que dedicaré precisamente el día de mi cumpleaños. Así que desde aquí os pido RECOMENDACIONES, novelas y libros de relatos que me he estado perdiendo y no puedo dejar pasar. A los que ejercéis y publicáis, el número de caseta donde encontraros, en persona o en 0bra (va por ti, Náugrafo). Animadme a leer lo último de Nick Hornby o de Andrés Neuman o hacedme desistir si es el caso. Yo por mi parte y dado que estoy vergonzosamente poco lectora últimamente, os recomiendo una novela-cómic: Prototipo, de Ralf König. Aguda e irónica versión del Génesis, impagable. 

sábado, 16 de mayo de 2009

Anda

Los sábados por la mañana Marta se cabreaba. Lo hacía minuciosamente, con una técnica pulida y ordenada, repasando razones, caras y escozores laborales y familiares recientes. Los rumiaba mientras alisaba las sábanas, los dotaba de entidad poniendo la cafetera italiana al fuego y para cuando se metía en la ducha ya le ardían los ojos de rabia. Con el agua dejaba fluir listas de insultos y planes de venganza mientras se frotaba la piel con jabón hipoalergénico, de avena. Alcanzando la toalla con la que secaba su melena lacia veía algo amainada su energía y aumentadas sus causas irresueltas. El cabreo le solía durar entre las cejas hasta la hora de la siesta, a veces, inclusive.
Aquel sábado se quedó mirando fijamente la marca de salvaslips que usaba. De repente tuvo constancia de que lo que ella de verdad quería en la vida era ser mecánico, como su padre. "Anda: eso", se dijo.
Lo primero que hizo fue trasladar el cabreo del sábado al lunes a mediodía. Luego pidió cita para teñirse.

lunes, 11 de mayo de 2009

Aeropuertos

- ¿Desea ayuda?
- No gracias, solo miraba.

Una sonrisa tímida. Adoro a los viejecitos que manosean las sedas de la tienda. Casi siempre discretos, lentos, con pereza de esperar y bolsillos flacos. Sé que solo miraba, amable anciano, reconozco equívocos y también paseos y esperas resignadas en esta tienda impersonal . Sé que ni usted ni su esposa acompañante van a comprarme nunca una corbata de Hêrmes. Puedo adivinar que un familiar suyo no llega puntual, un nieto quizá, y se aburre frente a las pantallas que anuncian salidas y llegadas y mienten sobre los minutos de retraso, y ustedes aterrizan en mi tienda por ver si matan el tiempo. Esos viejecitos. Seres callados y arreglados de domingo, orgullosos de sus hijos, yernos, nietos que vuelan saltando continentes y regresan con maletas modernísimas. A veces hablan ellas, tímidas, le quedaría bien esta a Pablo, ¿se la compramos?, y ellos, a golpes discretos, señalan con sus bastones, que no, fíjate mujer, si vale 200 euros. Si ella insiste, se atreven a murmurar, casi al oído, es que además es bien fea, ¿eh?, y la mujer pone cara de bueno, pues nada, un leve fastidio en su mirada, y la dejan a un lado, caminando con pasos cortos que quieren ser más rápidos, más seguros, más pudientes.