lunes, 2 de febrero de 2009

Pilates

Me he apuntado en el polideportivo de mi barrio a Pilates. Es por la mañana, en concreto es en medio de la mañana y yo normalmente a esas horas me tomaba un café+tostada con mis compañeros. De hecho, cuando vi que el grupo era a esa hora no pude evitar pensar, como siempre solía hacer, "un grupo para marujas". Y bien. Yo soy una de ellas ahora, bueno, qué va, las marujas curran, curran en su casa mucho, y yo estoy parada. Porque no valgo ni para maruja: me quedo en casa, las camas sin hacer, la cocina sin recoger y me entra una desidia total. Cuanto menos hago, menos quiero hacer.
Así que he decidido reactivarme, porque esto va a ser cuestión de energía vital. Yo, que siempre he sido deportista, estoy ahora oxidada, tengo incluso las neuronas oxidadas y el ánimo oxidado. Me hago miembro pleno de un grupo que va a obtener beneficios de una clase así, suave, tranquila, hola, cuál es tu nombre, bienvenida, coge una colchoneta, cada una llegue hasta donde pueda. Rodeada de mujeres más oxidadas, o más lesionadas que yo. Ellas andan lesionadas con las lumbares, las cervicales. Yo tengo el ánimo lesionado. Estiramientos musculares o mentales, todo va a ser lo mismo, ahí está, tensa, resiste, respira y aguanta. La costumbre hará que se fortalezcan las zonas afectadas.

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